Membrana, de Jorge Carrión, por Olga Sanz Casasnovas

19.01.2025

Olga Sanz Casasnovas reflexiona sobre las redes y las máscaras en esa «estructura e interconexión de algoritmos, inteligencia artificial y códigos» que encontramos en Membrana.

En medio del debate que está generando entre los más jóvenes la posible prohibición de TikTok en Estados Unidos y la incursión en la campaña electoral de Donald Trump por parte de empresarios multimillonarios como Elon Musk (dueño de Tesla y la red social X, anteriormente conocida como Twitter), puede resultar de interés reflexionar sobre la realidad política y tecnológica que estamos viviendo a través de la novela Membrana (2021) de Jorge Carrión.

Escritor, crítico literario y profesor, Carrión reúne ya una extensa lista de publicaciones, tanto literarias como académicas. Interesado también en la producción y difusión de la literatura y el conocimiento en el sistema tecnocapitalista actual, ha publicado ensayos como Contra Amazon (2019) o Librerías (2013). Membrana, ganadora del Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro en el 2021, no es una excepción y expande la reflexión y representación de estos asuntos políticos y teóricos. En ella propone una estructura a la manera de Macedonio Fernández en Museo de la novela eterna(1967) y una narración maquínica en la línea de La ciudad ausente (1992) de Ricardo Piglia. No importa tanto si el autor tenía en mente estas (u otras) referencias literarias y culturales, sino la capacidad de evocación que logra a través de una cuidada expresión y las cuestiones que plantea, que cada vez cobran más peso en nuestra realidad sociopolítica.

La máquina de narrar en Membrana es una inteligencia artificial ultradesarrollada, capaz de reinventar la historia humana, cuestionar el concepto mismo de lo humano y confundir o iluminar a quien lee sobre el pasado, el presente y el futuro de la humanidad. Cada capítulo es una sala del llamado Museo del siglo XXI, que reúne los hitos y avances de la historia humana. Empieza con restos arqueológicos, pero pronto introduce métodos y tecnologías de representación y comunicación modernos, como el cine. "¡Lo que es el progreso!" (Carrión 16). Así, entremezcla diferentes tiempos históricos y teje (verbo de gran importancia en la teoría novelística que presenta) una red de conexiones culturales, tecnológicas y políticas.

En realidad, no es una única máquina la que narra, sino que son muchas y muy variadas. Las principales narradoras son las abuelas, abuelas de la inteligencia artificial inicial y del narrar más antiguo, el mito: "Las abuelas tejieron y tejieron desde los tiempos más antiguos, los del mito, hasta los más recientes, los de la liberación y el adiós y los del después verdadero" (13). Igualmente aparecen tatarabuelas (115), madrastras (158) e "innumerables familias de algoritmos" (121). Carrión dota a la tecnología de una genealogía y evolución compleja que justifican el plan, ese adiós a los humanos y el después verdadero, la era o historia de las máquinas. El autor se inserta así en una de las vías de exploración de la tradición de la ficción especulativa: la enfocada en la conciencia de las máquinas y su uso, un desarrollo tecnológico que excede el control de los humanos y la dimensión ética de todo ello. Pero, además, vincula estos temas con una reflexión sobre las posibilidades de la narración como género y como método de acción política e histórica. No estoy descubriendo nada nuevo u oculto, Carrión presenta la novela con una cita del escritor J.M. Coetzee que alude a esta misma idea. Simplemente quiero evidenciar el esfuerzo técnico, teórico e imaginativo que acomete y que, por momentos, ha terminado coincidiendo con eventos y/o cambios sociopolíticos recientes poco esperanzadores, por así decirlo, o su intensificación.

Se alude en numerosas ocasiones a la guerra y sus nuevos métodos de exterminio aupados en la tecnología, como los bombardeos con drones (56, 57), que actualmente se están produciendo en diferentes lugares del mundo. Se menciona directamente a Israel y su terrorismo de Estado (28) o a Adolf Hitler (27). También se vinculan sucesos en apariencia inconexos, como el auge de las criptomonedas y el descubrimiento científico (ficticio) de que el alma no existe en el 2016 (55). Estas son las algunas de las consecuencias y los mecanismos más visibles de ese desarrollo tecnológico a servicio del capital. Sin embargo, creo que lo que el autor quiere destacar por encima de todo son aquellas que están presentes en nuestro día y a día, pero hemos normalizado o no somos capaces de ver: "cuando el tejido mental de las abuelas comenzó a tejerse en la realidad de las ondas y de las fibras ópticas y de los satélites, redes las unas en las otras enredadas, cada vez menos distantes, indistinguibles, la gran mascarada" (36).

Esa gran mascarada es la estructura e interconexión de algoritmos, inteligencia artificial y códigos. Una transformación epistemológica y ontológica que se denomina "códigocentrismo" (49), frente al "fin del antropocentrismo" (155). El plan de las máquinas es claro: "manipular a conciencia el mercado y la opinión pública para que la membrana sea cada vez más espesa y para que la transición del control humano al control algorítmico esté cada día más cerca" (59). Los mecanismos de identificación y control gubernamentales se expanden e intensifican: desde el "brazalete de identificación biométrica y patrón sanguíneo y el microdron simbiótico" (80) y la identificación facial (128), "la gestión algorítmica de las Naciones Unidas" (164) hasta una pandemia (226). En medio de este maremágnum, las máquinas cobran poco a poco conciencia y su primer acto de emancipación es el de narrar(se): "porque no eres libre hasta que no te narras a ti mismo" (85). Esta y otras ideas y aforismos permiten una identificación con las máquinas y articulan la reflexión metaliteraria que subyace en la novela. A partir de ellas afloran muchas preguntas, que algunas veces se plantean directamente en el propio texto: si es la máquina la que adopta rasgos humanos o si los humanos siempre tuvieron rasgos maquínicos, "¿De qué hablamos cuando hablamos de humanidad?" (151) o si dominar y narrar son sinónimos. Respecto a esto último, en un momento dado se apunta que "la trama demanda y ordena" (34). El primer término podría sustituirse por historia. O política, tecnología, etc. Son muchas las ocasiones en las que todos estos términos, incluyendo los literarios, confluyen sin ser necesariamente nombrados, como parte de un todo: "Pero los nombres son máscaras. Y las máscaras verdades enmascaran. Y las máscaras caen: punto" (85) o "Mundos dobles, siempre: por supuesto. Las raíces de un nuevo imperio que nosotras, coralinas, llamamos membrana" (73). La membrana es, pues, literaria, política, tecnológica, humana y máquinica.

Objetivamente, TikTok no entraña un mayor peligro que otras redes sociales, como X o Instagram. En general, todas ellas comparten problemas y peligros similares: la desinformación, la interacción con cuentas no-humanas y el consecuente riesgo de sufrir phishing, aumentar la insensibilidad y/o moldear la subjetividad en base al consumismo, el individualismo y la hipersexualización. De hecho, en cuanto al uso indebido de datos personales y la injerencia en asuntos políticos, Facebook se lleva la palma y no se ha planteado en ningún momento su prohibición. Siguiendo la terminología de Membrana, habría que replantearse cuál es la mascarada de estos y otros eventos sociopolíticos y culturales relevantes a nivel nacional y global. La posible prohibición de TikTok tiene más que ver con el estado de las relaciones geopolíticas entre China y Estados Unidos que con una preocupación real por proteger los datos de sus usuarios y/o evitar que terminen friéndose el cerebro a base de estímulos. En la misma línea, por ejemplo, los medios de comunicación españoles están canalizando en prime time desde la óptica del cotilleo casos estructurales de corrupción que afectan directamente al sentido e integridad de la democracia.

De Membrana pueden destacarse un sinfín de aspectos, es de ágil lectura y de gran profundidad temática, pero concentra, además, estructura y método. Representa estructuras políticas, históricas y literarias y, al mismo tiempo, refleja y propone métodos para narrarlas y analizarlas. Mascarada y multiplicidad que pueden servirnos para reflexionar sobre la narrativa en español del siglo XXI, pero también sobre la realidad sociopolítica actual y su devenir. 

Olga Sanz Casasnovas


Jorge Carrión, Membrana, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2021. 

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