La otra mujer es infinita, por Nacho Escuín

22.04.2025

Nacho Escuín reflexiona sobre Ropa Vieja. Poesía 2001-2025, de Eva Vaz, y relaciona su decir con los principios sartreanos del fracaso y lo poético.

La otra mujer es infinita

A vueltas con los libros homenaje (a la manera de hagiografías o listados de los que fueron o no amigos de los finados) y el eterno intento de canonizar con antologías más o menos acertadas (y más o menos localistas, restrictivas o caprichosas), llega a las librerías uno de los libros más esperados para los amantes de las emociones fuertes y el realismo más extremo: Ropa vieja. Poesía 2001-2025, de Eva Vaz. Si los acontecimientos literarios tienen algo de mitología por parte de quien así los considera, para los amantes de la obra de la poeta onubense, este lo es, sin la menor duda. Para quien ha editado siempre en lo más indie de la edición independiente española (de Cacúa a Lf ediciones, Celya, Baile del sol o la Isla de Siltolá pasando por Garvm) esta recopilación de la obra publicada en un solo volumen permite, al fin, una visión completa de la totalidad de la poética de Vaz y el rescate de algunos de sus poemas más significativos que han podido quedar fuera de algunas de las antologías o selecciones editadas con mayor o menor éxito a lo largo de estos veinticinco años.

Sonia San Román, docente e investigadora y poeta también de voz poderosa y visceral (menos radical y más experiencial, eso sí), es la encargada del estudio preliminar de esta «poesía completa» desde el que intenta esclarecer la propuesta de Vaz y posicionarla. Quizá comience a ser necesario un escenario crítico en el que las etiquetas dejen de pesar tanto, estas pueden ser engañosas o dar por hechas algunas cosas que no siempre se cumplen. Hay un falso credo que refleja que la poesía eminentemente realista es siempre anecdótica cuando no lo es más que un poema experiencial (si es que ambas corrientes no son parte de lo mismo, de un todo realista-vivencial-experiencial). Catalogar es siempre abrazar el pensamiento reduccionista, dar por hecho que uno sabe leer por el simple argumento de conocer los nombres de las estéticas. La literatura no puede explicarse sin la interrelación de propuestas, todo eso es solo un ejercicio simplista y facilón. La propuesta crítica de Sonia San Román es interesante y abierta, no habita en el territorio de la búsqueda del elogio ni de la satisfacción del entorno del poeta trabajado. Ahonda en las fuentes, los primeros poemarios y aquellos versos que la noquearon la primera vez que escuchó leer a Vaz. Porque ese es un asunto que supera al propio libro, la fuerza de los poemas y de la autora al leerlos en público. Lo que se dice y cómo se dice conviven muy bien en esta ocasión.

Ropa Vieja, Trabajo sucio, Ruido de venenos, Leña o Metástasis poseen una conexión que va más allá de la identidad de quien ha escrito esos libros. Hay detrás un juego que pronto desvela el lado bueno de las cosas y su lado oculto (como ese Caín tan importante e hiperpresente en la ¿obra y vida? de la autora). La otra mujer también habla de ese lado oscuro, como también lo hace Limpieza general. No se trata de una percepción a la ligera, va más allá de ello pues es el resultado de una concatenación de elementos que configuran un campo semántico propio. La definición, propiamente, de un lenguaje personal que se maneja en ese espacio entre el fracaso, la equivocación, el extrañamiento y la aceptación más absoluta de aquello que no siempre es positivo, pero que es vida al fin y al cabo.

El lenguaje siempre será el elemento esencial en el poema. La palabra dice, nombra, ubica la acción y también al lector en un todo. Vaz nos presenta a través de su forma de decir cierta cercanía con los principios sartreanos del fracaso y lo poético:

Si [el fracaso] es amado y reconocido a la vez, es Poesía [...], amor de lo imposible. El hombre auténtico no puede hacer que no sea por algún lado poético [...] La poesía salva el fracaso en tanto que tal, persuade al hombre que hay un absoluto. Ese absoluto es el hombre. (Sartre, 1983: 42 y 46)

Y subyace de nuevo la llama de lo violento, la misma que se percibe en las poéticas de Angélica Liddell —por ejemplo— o de David González (alter ego masculino de la poeta onubense, aunque con importantes matices diferenciales), y que tan bien nos permite entender las temáticas de Vaz. Tal y como nos señala Alan Patricio Savignano a partir de la visión de la violencia en el texto citado de Sartre:

La casuística de los cuadernos se compone de casos más cotidianos, fuera del contexto bélico, como el uso de la fuerza, la violación sexual, la mentira, el engaño, el rechazo obstinado al diálogo, la exigencia, el deber, el fomento de la ignorancia, incluso la crianza de los niños. Esta pluralidad de situaciones es analizada fenomenológicamente con el propósito de extraer una esencia o eidos de la violencia. Lo que resulta admirable de la reflexión sartriana es su determinación por demostrar que la violencia es un fenómeno humano, es decir, un proyecto libremente elegido por un sujeto en una situación particular para realizar un conjunto de valores. (Savignano, 2022: 9)

Y de todo lo aquí citado hay en el libro que nos ocupa. Parece cumplirse a rajatabla esta enumeración realizada sobre la poética de Sartre. Hay un cúmulo de asuntos esenciales que revolotean sobre esa cuestión compleja que denominamos moral y que, en ocasiones, solo es una especie de filtro que nos hacer separar aquello que la sociedad denomina bien de lo que denomina mal. De eso habla con energía y valentía Vaz, de la posibilidad de saberse afectado por el juicio de los otros, por habitar en aquello que no se admite o se entiende por torcido. Su poética será siempre la de aquellos que comprendemos la vida desde el error, no desde el éxito y el acierto. Será la poética de otro, de los otros, de la otredad. En unas palabras que explican a Sartre y bien valdrían para explicar a Vaz:

El vencido por el fracaso se arranca a la contingencia original y deviene a la vez objetividad pura (con toda la opacidad del en-sí) y sujeto-valor, que la sociedad luego recupera para probar que "hay en el ser otra cosa que el ser", es decir, alteridad. (Bellocq, 2020: 66)

Garvm, editorial dirigida por Gema Astudillo y Uberto Stabile, merece todas las alabanzas y loas por sus propuestas en las diferentes colecciones que presenta en su catálogo. Solo la sempiterna lucha por la distribución desde la periferia, el posicionamiento y los intereses impuestos por el mercado hacen que no llegue a todas las librerías que debiera hacerlo. Quizá los libreros con interés (que haberlos haylos) de nuestras ciudades puedan acortar esta distancia entre los lectores curiosos y una editorial tan interesante y necesaria.

Nacho Escuín


Eva Vaz, Ropa Vieja. Poesía 2001-2025, Huelva, Garvm, colección La oveja negra, 2025, 430 páginas.


Referencias bibliográficas:

Bellocq, S. (2020). "La concepción sartreana de la poesía: Fracaso, negatividad y compromiso". Boletín De estética, (49), 45–85.

Sartre, J. P. (1983). Cahiers pour une morale, París, Gallimard.

Savignano, A. P. (2024). "La violencia en Cahiers pour une morale de Jean-Paul Sartre", Estudios de Filosofía, 69, pp. 5-26.

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar